Cuando nos sumergimos en la historia de esta venerable institución, viajamos a tiempos en los que la educación constituía un privilegio limitado y el anhelo de aprender chocaba con las barreras de la desigualdad.

Retrocedamos hasta noviembre de 1870, cuando durante el gobierno de José Eleuterio González, «Gonzalitos», se presentó la iniciativa de creación de una escuela normal para la formación de maestros de instrucción primaria. Este acto visionario, fue el nacimiento de una institución educativa para la formación de docentes de trascendencia donde maestros y maestras han sido preparados para transformar las vidas de los estudiantes de educación básica y sus comunidades.

Los inicios de la escuela normal no fueron sencillos. La falta de un edificio propio y las adversidades no impidieron que la institución floreciera.

El Lic. Amadeo Valdés y el Profr. Carlos Margain fueron los primeros dos directores de la escuela normal en sus inicios, ambos trabajaron en condiciones adversas: facilitaron sus casas para dictar cátedra.  En ambas administraciones, la normal estuvo abierta no más de 12 meses.

En 1881, con el liderazgo del Ing. Miguel F. Martínez como tercer director, la escuela normal abrió sus puertas de forma definitiva y permanente, convirtiéndose en un espacio de conocimiento para la formación docente de la región. 

 A partir de la dirección del Ing. Miguel F. Martínez, la escuela normal inició labores en el edificio de Colegio Civil, donde ocupó la sección norte del edificio. 

En 1902, alcanzó un hito importante al contar con su propio edificio entre las calles de Juárez, Colegio Civil, Tapia y M. M. del Llano.  Este edificio en la actualidad alberga la escuela primaria Simón de la Garza Melo. 

Bajo la dirección y visión del Ing. Miguel F. Martínez, la escuela normal experimentó una transformación significativa. Se introdujeron reformas progresivas, como la unificación de métodos de enseñanza, la inclusión de asignaturas pedagógicas y la innovadora práctica docente remunerada en condiciones reales de trabajo. Estos elementos, que hoy consideramos esenciales en la formación docente, fueron pioneros en su tiempo y han dejado una huella perdurable en la educación.

En los años 30’s, el Estado de Nuevo León inició un proyecto ambicioso de reorganización del sistema educativo, en particular el nivel de educación superior.  Fue la década en la cual se fundaron la Universidad de Nuevo León y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.  Parte del proyecto de organización, consistió en la incorporación de la Escuela Normal por un breve tiempo en la Universidad de Nuevo León. De 1933 hasta septiembre de 1943, año en que se promulgó la segunda ley orgánica de la universidad.

En 1942, la normal de profesores cambia su nombre por “Escuela Normal Miguel F. Martínez” en honor del Ing. Miguel F. Martínez, Benemérito de la Educación en Nuevo León.

En el centenario del aniversario, en octubre de 1970, la escuela normal fue honrada con el título de Centenaria y Benemérita por el Gobernador del Estado Eduardo A. Elizondo.  En la víspera de esta fecha tan significativa, hacia 1967, la escuela normal estrenó instalaciones modernas y eficientes, en Av. Constitución, ubicación actual de la institución.  Un centro educativo con la infraestructura y el equipamiento adecuado para afrontar los retos en la formación docente, con una escuela primaria y un jardín de niños anexos para la observación y la práctica docente. 

La década de 1980 marcó otro hito para la educación normal, con el decreto del presidente Miguel de la Madrid, quién otorgó a los egresados de escuelas normales el grado de licenciatura. La Escuela Normal Miguel F. Martínez no solo adoptó este cambio, sino que también estableció el bachillerato pedagógico, consolidando aún más su posición en la formación inicial de docentes de educación inicial, preescolar, primaria y educación física.

Al celebrar 153 años de la Escuela Normal Miguel F. Martínez, cuando miramos hacia atrás, honramos a los pioneros que construyeron esta institución, como Miguel F. Martínez, Serafín Peña, Pablo Livas, Plinio D. Ordoñez, Oziel Hinojosa García y Rebeca Cantú Ayala, entre otros tantos docentes de la institución. Su dedicación y generosidad sentaron las bases para una educación de calidad que ha influido en la vida de innumerables personas.

 En cada aula de la Escuela Normal Miguel F. Martínez, se tejen historias de éxito y se forman líderes que transforman el mundo.  Un ejemplo son:

1.Pablo Livas, profesor y escritor mexicano, declarado Benemérito de la Educación en Nuevo León.

2.Juan Escamilla Villarreal, profesor de la escuela normal que formó parte del Comité General para la organización y creación de la Universidad de Nuevo León.

3.Alfonso Reyes Aurrecoechea, profesor, escritor, ensayista, reconocido por ser un pilar en el desarrollo de la cultura y del arte en Nuevo León.

4.María Elena Chapa Hernández, reconocida por su trabajo en paridad de género en los ámbitos político, social y cultural de Nuevo León.  Recibió diversos reconocimientos, como la presea “Elvia Carrillo Puerto” que le entregó el Senado de la República en una sesión solemne en 2018.

5.Ismael Vidales Delgado, destacado por sus facetas de escritor e historiador.  Ha publicado varios ensayos y poemas.  Además, es autor de libros de libros de texto y de pedagogía, principalmente.  Como historiador ha recuperado el desarrollo histórico de la educación en Nuevo León, especialmente de las instituciones educativas. 

La Escuela Normal Miguel F. Martínez ha forjado profesionales comprometidos con la enseñanza, convirtiéndolos en agentes de cambio en sus espacios de desarrollo, en sus comunidades y en sus escuelas.

¡Viva la Escuela Normal Miguel F. Martínez, Centenaria y Benemérita!

¡Luz en la inteligencia,

Paz en el corazón, y ¡Fuerza en la voluntad!